¡Hola a tod@s!
Parece que me estoy acostumbrando a subiros nueva entrada cada lunes, ¿conseguiré seguir esta rutina mucho tiempo? Espero que sí.
Hoy os traigo un pequeño relato que escribí hace unas semanas para participar en un concurso que se organizaba aquí, en Tudela. No quedé finalista siquiera, así que os lo dejo aquí y espero que a vosotros sí os guste. ¿Me dejáis vuestra opinión en comentarios?
¡Gracias por leerme!
A un balcón de distancia
Es la hora.
Después de todo el día en casa, aburrida, ha llegado el momento de salir a ese balcón que se ha convertido en mi mundo. Parece mentira que hayan pasado ya 50 días. 50 largos días de videollamadas infinitas con aquellos que más quiero, de conectarme una y otra vez para poder hablar con alguien y no sentirme tan sola. Si hubiera sabido que esto sucedería, me habría ido con mi padre, y así ninguno de los dos lo estaríamos pasando solos. Pero nadie sabía lo que iba a suceder, y si lo sabían, se lo callaron.
Por eso, todas las tardes, deseo con fuerza que lleguen las 8 para salir a mi balcón a aplaudir a aquellos que siguen trabajando por nosotros, entre ellos mi hermana, cajera en un supermercado desde ya no sé ni cuando. Por ella salgo, por mi familia sanitaria, por mis amigos policías, y por todos los que no conozco pero siguen día a día al pie del cañón.
Bueno, y si he de ser del todo sincera, también salgo por él, que me ha dicho su nombre a gritos, al que estoy deseando ver frente a frente cuando por fin podamos salir. Ahí está, sonriéndome desde el piso de enfrente.
¿Quién me iba a decir que encontraría el amor a un balcón de distancia?
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